Parapente en el Cañón del Chicamocha y ‘rafting’ por los rápidos del río Suárez, los atractivos.

Sin mente: así hay que viajar a Santander. El departamento se ha consolidado como el lugar ideal para realizar turismo de aventura por la variedad de escenarios naturales que tiene y por las actividades que ofrece. No es necesario ser deportista profesional ni tener una rutina de ejercicio, pues estos espacios están pensados para divertirse en familia y disfrutar de la naturaleza.
Para entonces, en Colombia no se hacía turismo de aventura. Sin embargo, Javier Gómez viajó hacia Costa Rica, en donde el rafting o canotaje, era próspero y tenía gran demanda de turismo nacional e internacional. Gómez tenía presente que en San Gil el río Fonce era una gran oportunidad para implementar ese negocio, así que hizo contacto con la empresa Ríos Tropicales. Así se capacitaron a los primeros guías de rafting de Colombia.
“Colombia es un país privilegiado por sus ríos, cascadas, montañas, cavernas. Es impresionante la diversidad geográfica del país y sobretodo que esos recursos naturales son los que nosotros destacamos con las actividades de aventura”, comenta Gómez, quien es ahora el presidente de Fedec (Federación Colombiana de Eco-parques, Ecoturismo y Turismo de Aventura).


La práctica del rafting trajo con el tiempo otras actividades de aventura que se pueden practicar en todos los municipios del departamento. Para los turistas los escenarios para encontrar la aventura son innumerables. Aquí algunos de ellos.
Obstáculos naturales para enfrentar el miedo
A 5 minutos de San Gil, en el municipio de Pinchote, la empresa Xplorer construyó un parque de aventura extrema diseñado para toda la familia. Se trata de Trekking, un extenso y dinámico circuito conformado por cerca de 50 desafíos en puentes, descensos, atracciones y caminatas. Johan López, oriundo de Caquetá, es la cabeza de este parque de cuerdas, el más grande que hay en Colombia.
La actividad tiene recorridos de 225 metros compuestos por cable vuelo, rápel, caminatas, telarañas colgantes, escaleras extremas y el famoso puente tibetano, hasta terminar con torrentismo en la Quebrada La Laja, de 70 metros de altura. Solo es necesario el uso de un casco, arnés y ‘descensor’, así como de unas buenas botas.
Este parque de aventura lo pueden disfrutar personas desde los 6 años hasta los 75 o más, durante aproximadamente dos horas y media, y por un valor de $ 90.000. “Lo innovador de este circuito es la seguridad que manejamos, es una línea de vida continua nivel internacional. Manejamos buenos equipos, personal capacitado, anclajes certificados, lo que nos hizo valer como premio la certificación de Icontec”, asegura López.
fuente: eltiempo.com